RESEÑA EITANA, LA ESCLAVA JUDÍA

EITANA, LA ESCLAVA JUDÍA,
Javier Arias Artacho


Cuenta la historia de Eitana, (fuerza y valor en arameo); crucifican a su padre por haber atacado junto con otros hombres del pueblo a un grupo de soldados romanos. Ella va a llorar a los pies de su padre, y unos soldados se la llevan para venderla como esclava contando solo con trece años.

Vivirá en la Roma de Nerón, bajo el yugo de un amo cruel.


Eitana, la esclava judía”, no es para nada una novela histórica más. Es la historia de la supervivencia desde el escalafón más bajo de la sociedad romana de la Roma Imperial. Es vivir el sufrimiento desde dentro. Empatizar con la protagonista y sentir lo que ella siente. Odiar a quien ella odia. Sufrir lo que ella sufre.

Vemos de forma diferente la Roma Imperial, puesto que siempre nos la ofrecen desde los ojos de los Patricios, Gladiadores, Senadores e incluso soldados, pero no suelen profundizar en los personajes ni en los sentimientos que se encuentran tras el rol de los esclavos.



Nada podía imaginar la joven Eitana, cuando se acercó a la plaza a llorar a los pies de su padre crucificado. Pese a las advertencias de su madre de que no saliese de casa.

No podía creer que su padre estuviese allí, padeciendo. ¡Si su padre se había ido a los campos! No podía ser él… y sin embargo lo era. Y las últimas palabras de su padre antes de morir fueron para ella: “Nunca dejes de luchar, Eitana. Sé fuerte. No lo olvides, sé fuerte”. Le dijo mientras se la llevaban a rastras por el camino para venderla como esclava por ser impertinente con un malcarado soldado romano.

Es llevada de su Julias a Cesárea, vendida a un tribuno que la quería salvar de las manos de Publio Lucinio, un ser cruel. Viaja en barco hasta Roma, muriendo su nuevo amo Marcius Julius durante la travesía. Éste le entrega con su último hálito de vida su anillo y un mensaje para su esposa: “Dile que no había un solo ocaso en que no me acordase de ella”.

Tras desembarcar en roma, el hombre de confianza de Marcius Julius hace caso omiso de llevarla a Cápua y la malvende en el mercado de esclavos, termina yendo a parar a casa del juez Claudio Ulpio. Un ser despreciable.

Pasarán los años, ansiando la libertad, siendo sumisa para conseguirla cuanto antes. Pero el juez está encaprichado de ella y nunca le dará la libertad. Se queda embarazada y cuando da a luz, Efrén, la mano derecha de Claudio Ulpio es obligado a deshacerse de la criatura. Entonces Eitana tomará una decisión difícil. Escapar de la domus y buscar a su hijo.

Javier Arias Artacho ha hecho un excelente trabajo con esta novela presentándonos a la Roma de Nerón tras los ojos de Eitana. Catalán de nacimiento, Argentino durante muchos años, regresó a España hace quince años. Es licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Ciencias Religiosas. Tiene publicadas cuatro novelas más: Las lecciones del mar – Argentina, un sueño extinguido – La sombra de Masada y Náufragos.

Eitana se ha de arrepentir en muchas ocasiones, por no haber obedecido a su madre cuando le dijo que no saliese de casa a ver a su padre en la cruz, porque lo habría de pagar durante muchos años como esclava, pasando mucho sufrimiento y viviendo el horror de verse separada de su hijo nada más parirlo.

Javier Arias Artacho ha hecho un excelente trabajo con esta novela presentándonos a la Roma de Nerón tras los ojos de Eitana.

Nació en Catalunya, pero de muy pequeño emigró a Argentina, y la siente como su patria; regresó a España hace quince años. Es licenciado en Filología Hispánica y diplomado en Ciencias Religiosas. Tiene publicadas cuatro novelas más: Las lecciones del mar – Argentina, un sueño extinguido – La sombra de Masada y Náufragos.

Un libro que gustará a más de uno y que será para muchos una lectura que no olvidarán.


Entrevista al autor:

¿Cómo podrías resumirnos la novela brevemente sin desvelar nada de la trama?

Javier Arias Artacho:

Eitana es una niña de trece años que es esclavizada en Betsaida, en la Galilea del año 54, durante el Imperio de Claudio. En aquel entonces, para ella Roma era un lugar demasiado lejano y terrible, y por supuesto no podía imaginar que era su destino, ni todo lo que habría de sufrir, ni las humillaciones a las que la sometería un juez sin escrúpulos que se convertiría en su amo. De hecho, si se lo hubiese imaginado, probablemente hubiese querido morir desde el principio. Sin embargo, la joven judía no había podido elegir su destino, como ninguno de nosotros, aunque sí superarlo. Así, con garra e inteligencia, conseguirá sobrevivir y luchar por su vida hasta convertirse en una de las más hábiles amanuenses de la Roma neroniana. En la trastienda de una librería del barrio de la Suburra, la muchacha aprenderá a cicatrizar los recuerdos de sometimiento, pero no podrá superarlos hasta que aprenda a ser libre.



¿Qué tiene que ver la libertad con esta historia?

Javier Arias Artacho:

Bueno, yo diría que el tema principal de la novela es la libertad. No debemos olvidar que junto a la historia de la protagonista surgen muchos otros personajes que enriquecen la novela y abren pequeñas historias a modo de cajas chinas. Sin embargo, el eje central, es la vida de Eitana y su búsqueda de la libertad. Al principio, ella pensará que la verdadera libertad es aquella que la desencadenaría de la domus donde vivía, pero con el tiempo comprenderá que la verdadera libertad nace desde el interior, y esa libertad siempre depende de uno mismo.



¿De dónde te vino la inspiración para este libro? ¿Cuál fue la chispa que creó a Eitana?

Javier Arias Artacho:

Bueno, en realidad la situación editorial actual tan difícil agudizó mi imaginación. Es decir, ahora mismo los editores tienen mucho cuidado con lo que editan y se publica mucho menos que antes. Por tanto, no puedes salir al mercado con cualquier cosa, y aún menos ser editado por una de las editoriales más importante del país. La historia de una esclava se me ocurrió porque soy un apasionado del mundo antiguo, pero sobre todo, del mundo grecolatino. Soy filólogo, pero he estudiado muy mucho la historia de Roma y de Oriente Medio en el siglo I. Dentro de este mundo romano, me pareció que un personaje así podía ser muy interesante por varios motivos: servía para reflejar los detalles de la sociedad romana – algo siempre interesante para el lector -, me permitía desarrollar personajes sumamente interesantes, como gladiadores, médicos, jueces, artesanos, esclavos…, y a la vez, tratar el tema de la superación personal, el de las agallas por vivir y buscar la libertad de la mano de una mujer, una mujer que había nacido para un destino sin apenas saberlo. Como todos, claro.



¿Te documentaste mucho para este libro?

Javier Arias Artacho:

Por supuesto que he tenido que documentarme muy bien, como en mis anteriores novelas. Es imposible de otra manera recrear con verosimilitud y rigor el Imperio Romano del siglo I. No sólo que el lector exige un esfuerzo por parte del escritor en este sentido, sino que mi intención a la hora de escribir es ser didáctico y educar. Sin embargo, evito enfangar el texto de historia, evito entorpecer una lectura ágil y apasionada. Yo hago literatura, una literatura bien cuidada y tramada que intenta ser ambientada lo mejor posible. Huyo del enciclopedismo y de esas páginas recargadas que a veces sólo demuestran que el escritor prefiere un texto expositivo, tipo manual de historia, que un texto narrativo que se nutre de la historia y no se dedica meramente a reproducirla.



¿Cuánto tiempo te llevó?

Javier Arias Artacho:

No sabría decirte. Como sabes, yo soy docente y compagino mi tiempo con la literatura. Siempre estoy leyendo y documentándome para que cuando llegue el momento pueda comenzar a narrar una historia. Probablemente estuviese unos seis meses leyendo y estudiando, pero siempre alternando con mis otras actividades. La redacción de la novela me llevó aproximadamente 6 meses más, pero en medio de un verano muy intenso, de muchísimas horas de escritura.



¿De dónde nacen tus ganas de escribir? ¿Desde cuándo escribes?

Javier Arias Artacho:

Escribo desde mi adolescencia. Vine a vivir a España cuando tenía 15 años y la nostalgia fue lo que comenzó a incubar en mí ese escritor que llevaba dentro. Yo estaba muy ligado a mi país, a la Argentina, y aquel desarraigo me obligó a sufrir. En aquel momento todavía no existían los correos electrónicos y yo me refugiaba en las cartas a mis familiares y amigos, mientras mataba mi soledad devorando a los escritores latinoamericanos que encontraba en la biblioteca. De alguna manera, casi sin quererlo, todas mis novelas acaban evocando aquella añoranza que todavía perdura aunque ya esté casado y con tres niñas.



¿Qué género literario prefieres?

Javier Arias Artacho:

No tengo ninguno como preferido. Creo que cualquiera es válido siempre que intente entretener, conmover e interpelar al lector.



¿Quién o quiénes son tus escritores favoritos?

Javier Arias Artacho:

Como te decía hace un momento, a mí me enseñaron a escribir los clásicos latinoamericanos. Este acento porteño que tengo tiene un motivo de ser. Así que Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique, Isabel Allende, Ernesto Sábato, Mario Benedetti y muchos otros fueron mi escuela.



¿Y tus libros?

Javier Arias Artacho:

Eso es mucho más complicado. ¡Cuántos libros hemos leído que nos han llenado y encantado! ¿Cómo mencionarlos a todos? Sin embargo, creo que puedo nombrar algunos que recuerdo que dejaron huella en mí: Cien años de soledad, La ciudad y los perros, Crimen y castigo, El príncipe idiota, Donde el corazón te lleve, El plan infinito, El médico, Mil soles espléndidos… ¡Es imposible enumerarlos todos! Sólo ansío dejar huella en alguno de mis lectores, como estas obras y otras muchas han dejado en mí.



¿Cuál es el momento del libro que más te gusta?

Javier Arias Artacho:

El momento en que no puedes dejarlo.



Alejandro Colucci ha diseñado la portada de tu libro, para mí es un genio, un artista. ¿Cómo te quedaste cuando la viste? ¿Interferiste de alguna forma para plasmarla?

Javier Arias Artacho:

La verdad es que es espectacular, desde luego. La gente me felicita y yo considero que es un gancho terrible para el libro. Sin embargo, aunque te sorprenda, cuando la vi me quedé un poco decepcionado. A mi parecer no reflejaba la esencia del libro: una historia de sufrimiento, lucha, superación, pero también de mucha esperanza. Luego fui entendiendo que yo la veía con los ojos del escritor y que los ojos del editor son mucho más inteligentes para vender el libro.



¿Crees que el escritor nace o se hace?

Javier Arias Artacho:

Bueno, creo que un poco de ambas cosas. Por una parte, uno debe nacer con determinadas aptitudes. Por ejemplo, como buen “pibe de la Pampa”, cuando era chico a mí me encantaba jugar al fútbol, potrear por cualquier campo haciendo pasearse la pelota como si fuese mi mejor amiga. Pero cuando jugaba con mis amigos sufría por mi falta de talento. Aquello lo suplía con la fuerza y las ganas, pero nunca sería suficiente para jugar al fútbol de una manera profesional. Pues en la literatura pasa lo mismo. Tienen que existir ciertos dones, pero a la vez hay que trabajarlos, pulirlos. Evidentemente, en mi caso me ayudó muchísimo mis estudios de filología, el aprendizaje de la lengua, el mimo por las palabras y el estudio de la mejor literatura en castellano. Yo no soy el mismo escritor que comenzó con sus primeros cuentos. Fui aprendiendo a fuerza de horas frente al teclado, pero alentado por una inspiración innata en mí.



¿Eres de la opinión que se ha de leer mucho, para escribir?

Javier Arias Artacho:

Sí, desde luego. Aunque no necesariamente un buen lector sea un buen escritor, pero para un escritor no hay mejor aprendizaje que la lectura. Esto es algo que yo les insisto mucho a mis alumnos, pero no siempre cala en ellos. Sin embargo, no sé por qué, yo me acabo quedando con la sensación de que con el tiempo lo descubrirán, que mis palabras serán un peldaño más en esa escalera del conocimiento que ellos se irán forjando. No importa que no vayan a ser escritores, de hecho la mayoría no lo serán, lo importante es que la lectura les abrirá al mundo y, a la vez, les ayudará a crecer.



¿De dónde sacas el tiempo para escribir?

Javier Arias Artacho:

Es un milagro. Quizás es porque Dios me ayuda. Tienes que pensar que doy clases en Secundaria, Bachillerato y en la Universidad, aunque mis clases más importantes están en mi casa, junto a mis tres hijas. La verdad es que si no fuera por mi mujer apenas podría hacer nada. Soy muy disciplinado y constante, pero ella me ayuda mucho y sin ella sería imposible.



Descartando a Eitana, ¿con qué otro personaje de la trama te quedas? ¿Cuál es tu favorito?

Javier Arias Artacho:

Yo creo que me quedaría con Efren. Es el vivo retrato del ser humano: ni es bueno ni es canalla, y a la vez es bueno y canalla. Efren tiene un gran atractivo para el lector por su pasado… No pienso decir nada con respecto a esto, pero creo que a la vez es tan humano que todos podemos identificarnos con él. Es un personaje redondo, de esos que evolucionan, de esos que cambian, como nosotros a lo largo de la vida.



¿Por qué recomendarías a alguien que se leyese Eitana, la esclava judía?

Javier Arias Artacho:

Porque escribo tal como me gusta leer, con una trama de vértigo, con un lenguaje sencillo, pero que intenta hacer literatura, y, sobre todas las cosas, porque conmueve hasta decir basta, buscando no hacer sufrir por sufrir, sino buscando demostrar que la vida es un camino y que en ese camino el dolor no es un impedimento, sino una ayuda para crecer y convencerse de que, sobre todas las cosas, vale la pena vivir.

Esta reseña la puedes encontrar también en la web de Anika entre Libros

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